Otro diario del cáncer

“Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba”.

(Joan Didion, El año del pensamiento mágico).

Soy una señora debutada. Para mí, debutar era estrenarse en una disciplina tirando a artística, no enfermar. Tuve un noviete diabético e intentando conocer algo más sobre sus reacciones fue que leí por primera vez el término debutar vinculado a información médica. La segunda ocasión fue ayer, mientras me documentaba sobre casos parecidos al mío, recurriendo a revistas científicas a través de San Google, donde confluyen tanto autopistas como carreteras secundarias del rigor.

El 10 de febrero pasado debuté en cáncer de colon. En aquel momento, inauguré un año que se convertirá en un lustro, según el pronóstico de mi equipo médico. Solo un día antes, el 9, me sometí a la primera colonoscopia de mi vida (tengo 44 años, cumpliré 45 el 29 de julio). En realidad, fue la segunda; la primera resultó fallida. Me la realizaron cuatro días antes en el mismo centro, la Fundación Jiménez Díaz en Madrid, casi a la misma hora. ¿El resultado? Idéntico en ambas, varió la interpretación de la prospección entre un equipo de hombres, el primero, y uno de mujeres, el segundo. Para los primeros que intentaron adentrarse allende mi colon, el aparatito no pasaba más allá del recto porque yo había realizado mal la preparación previa, consistente en ingerir laxantes como si no hubiera un mañana para expulsar como si tampoco hubiera un futuro hasta la primera papilla. Es decir: aquello que les impedía cubrirme el ojete con aquel tubito terminado en una camarita minúscula era mierda o caca. Bonita metáfora. Pero no. Cuatro días después, tres mujeres repitieron los mismos pasos dándose de bruces con el tumor en menos que canta un gallo. Entiendo que por el efecto residual de la sedación, yo escuché a medias: “Te vamos a cortar un trocito porque hay algo que no está bien y asunto resuelto, curada”. Lo cual me pareció tremendo tremendísimo y me tuvo al borde de las lágrimas unas cuantas horas. Por fortuna, me acompañaba la gran Carolina Ethel y a mí no me gusta llorar delante de las personas a las que estimo a fin de no preocuparlas. Hoy ya sé que puede haber noticias peores y peores que las peores de un día para el otro, porque así fue desde entonces. 

El trocito de colon se convirtió en una neoformación con aspecto tumoral, esa neoplasia en un cáncer y este en un tumor primario de 5,5 centímetros y sus metástasis, 12 en el hígado de diferentes tamaños y una en el pulmón de 3,5 centímetros, más distintas infiltraciones en paredes y ganglios linfáticos difíciles de localizar para el común de los mortales. Nada mal para una debutanta, no recuerdo haber marcado tantos tantos de una sola vez en ningún otro momento de mi vida. Pero la cadena de peor es peor no terminó aquí. Mi seguro médico, al cual había accedido a través de la Asociación de la Prensa de Madrid por recomendación de una colega periodista, me dejó tirada a punto de iniciar la radioterapia programada en el MD Anderson Cancer Center de Madrid. Muy recomendable al respecto el documental Sicko de Michael Moore. Adujeron preexistencia ante mis recurrentes visitas a Urgencias, en las que me inflaron a laxantes, antidiarreicos y, por fortuna, Nolotil en vena que me transformaba en un monje budista por unas cuantas horas. Hube de ingresar a través del mismo servicio de Urgencias, pero de la Fundación Jiménez Díaz, para obtener atención médica. La sanidad pública, más saturada si cabe con motivo de la pandemia por Covid-19, me hubiera visto por primera vez el próximo mes de noviembre y, como ya he relatado, en ninguna de mis cinco visitas a Urgencias se me diagnosticó el cáncer. Tengo el umbral del dolor muy alto pero no hubiera llegado viva a la cita con el Digestivo de la Seguridad Social, razón por la que solicité la readmisión en la asociación de periodistas. Disfruté del seguro médico privado asociado en todas las pruebas previas a la terapia, pero las peticiones de autorización para radio y quimio hicieron sonar la alarma en Nueva Mutua Sanitaria, una de tantas aseguradoras que dicen no conocerte cuando tu tratamiento se presenta costoso. Los enfermos oncológicos somos caros, y eso que yo siempre pretendí salir barata.

Más peor. Después de tres meses de fortísimos dolores abdominales y sangrados rectales del caudal de Río Bravo, empecé la quimio en la Fundación Jiménez Díaz, cada quince días y a razón de dos horas y media por ciclo. De las seis programadas, pude inyectarme cinco. Es lo normal cuando disparas a dar a células cancerosas y sanas por igual, se imponen descansos para que el cuerpo se recupere. 

Pero de lo malo a lo peor fuimos a lo peorcísimo. El jueves pasado mi oncóloga me informó a golpe de pregunta y repregunta-ha sido mi más difícil entrevistada, lo juro- que mi cáncer es incurable, que el tratamiento de quimioterapia será por lo tanto crónico y que mi esperanza de vida se sitúa en torno a los cinco años, puede que más -y yo espero que muuuuuucho más- porque estoy más fuerte que el vinagre.

Jean Didion escribe en las primeras líneas de su libro: “La vida cambia en un instante. El instante normal”. Tener cáncer pasó a ser normal, normal fue también su diseminación y en normal terminaré convirtiendo este pronóstico. Porque no hay mal que cien años dure, dicen, ni cuerpo que lo resista. Ay, amá, que eso también lo dicen. Cuando me diagnosticaron pensé que esta experiencia podría servirme en bandeja un segundo proyecto de autoficción. Como todos me aseguraban que me esperaba un duro año por delante, decidí ponerle título antes de escribir las primeras líneas: El año del cangrejo suena mejor que Los años del cangrejo, el plural que define mi realidad crónica. Por eso y aunque el tiempo se dilata, las palabras seguirán honrando el pasado, que solo ahora me parece mejor.

3 comentarios en “Otro diario del cáncer

  1. Martita, lamento lo que cuentas pero admiro tu fuerza en presentar una batalla que vas a ganar con tu determinación y los buenos “feelings” de todas tus amigas que son muchas y entre las que que me considero. Un abrazo muy fuerte y si quieres podemos seguir por el privado😘

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